H.-H. Thiele (LOHMANN TIERZUCHT GmbH),
G. Díaz (Biomix S.A.) and
L. Armel Ramirez (Pronavicola S.A.)
Las gallinas ponedoras modernas producen muchos huevos
durante su vida productiva,
con suerte “bien empaquetados” para
tratar como huevos de incubación o
huevos de cáscara para el consumo
humano. Solamente los huevos “bien
empaquetados“ recolectados de los
nidos (o jaulas) sumarán valor al ingreso de la granja y satisfarán las demandas de la planta de incubación, las
plantas procesadoras, los comerciantes
de huevos y los consumidores, mientras
que los huevos con una calidad de cáscara insuficiente apenas permitirán cubrir
los costes de producción y pueden implicar
una pérdida completa. La selección para conseguir una estabilidad de cáscara mejorada es
una parte integral de los esfuerzos constantes
para lograr que las gallinas ponedoras modernas
produzcan más huevos con buena calidad de cáscara
durante un período de tiempo más prolongado. Los productores
de huevos y los fabricantes de alimento deben lograr que las aves
expresen su potencial genético, proporcionando un suministro de
nutrientes adecuado con todos los minerales necesarios para que
la cáscara se forme correctamente. Se recomienda prestar atención
para proporcionar una nutrición óptima durante el período de puesta y eso es cada vez más importante desde que el período de puesta
de los lotes comenzó a extenderse. A mayor edad y mayor número
acumulado de huevos producidos, la capacidad de las gallinas para
producir cáscaras de buena calidad tiende a disminuir. Esto se debe
en parte al agotamiento del metabolismo del calcio de los huesos,
pero también puede ocurrir como resultado de un daño hepático.
El síndrome de hígado graso agudo o la congestión hepática crónica acelerará la pérdida de estabilidad de la cáscara con la edad.
La cáscara del huevo de una gallina está formada hasta en un 90-95
% de carbonato de calcio, que está integrado en la matriz de una
proteína que determina la dureza del huevo. Básicamente, la cáscara
del huevo está formada de cal, que se obtiene del alimento diario o
de los huesos largos, en especial de la médula del hueso medular. La
reserva de calcio de ese hueso se forma cuando comienza la madurez sexual, poco antes del inicio de la producción de huevos. El calcio
de los huesos está fijado al fosfato. La cantidad de cal utilizada para
formar la cáscara del huevo que proviene del consumo de alimento reciente y del hueso varía y depende de su disponibilidad en el
momento de la formación de la cáscara. Como las gallinas cuentan
con reservas limitadas de calcio en los huesos, éste se debe complementar con la dieta diaria. Las gallinas ponedoras comerciales ac-
tuales ponen un huevo casi todos los días y, por lo tanto, necesitan
alrededor de 4 a 5 gramos de calcio diarios. Para colaborar con el
complejo proceso de formación de la cáscara, las gallinas también
deben recibir una cantidad suficiente de fósforo y vitamina D3.
Figura 1: Formación de la cáscara en un ciclo de ovulación de 24 horas
(Clunies (1987) citado por Leeson y Summers (2001))
El proceso de formación de la cáscara se lleva a cabo principalmente durante la noche. El período más intenso de formación de la
cáscara ocurre entre las 12 y 18 horas que siguen a la puesta de un
huevo. La intensidad alcanza su pico máximo 18 horas después de
que se pone un huevo y comienza a disminuir antes de la puesta
del huevo siguiente. Durante ese tiempo debe existir una cantidad
de cal suficiente en el tracto gastrointestinal. Como el período de
retención del alimento consumido en el sistema digestivo de un
pollo es relativamente corto, es decir, de 3 a 4 horas, es importante
suministrar la cal al ave en el momento correcto. Estudios científicos
mostraron que las gallinas ponedoras con acceso a cal a voluntad
muestran gran apetito de cal en las últimas 5 a 6 horas de luz solar.
Aparentemente, esas aves saben instintivamente cuando necesitan
un suministro adicional.
Durante la noche, existe un aumento cíclico en el estrógeno de
la hormona sexual femenina que aumenta la solubilidad y el transporte del calcio. Si no hay cal disponible en el tracto gastrointestinal
en ese momento, se movilizarán las reservas del hueso. Para evitar
eso, la estructura de la cal proporcionada no deberá ser demasiado
fina para que no se pueda disolver rápidamente y la gallina no la
excrete durante el día, antes de que sea necesaria y se utilice. En repetidas ocasiones se demostraron los beneficios de la alimentación
con cal gruesa (1,5 a 4 mm de tamaño máximo de las partículas) durante las horas de la tarde o al anochecer. Al realizar eso se maximiza
la cantidad de calcio que deriva de la alimentación y se minimiza el
metabolismo de calcio del hueso. Sin incrementar el costo del alimento, este programa de alimentación combina tres ventajas: un
nivel de fósforo reducido en el alimento (cuida los recursos limitados), menos trabajo metabólico para las gallinas (y conservación de
la fortaleza ósea) y una reducción importante de la excreción de fósforo. La reducción de la movilización diaria de las reservas óseas de
calcio disminuye la excreción de fósforo.
cal fina < 0,5 mm
Diaz, 2008
cal gruesa 1,5-2,5 mm
Armel, 2011
cal muy gruesa ≥ 4 mm
Armel, 2011
Es obvio que un suministro de en el momento óptimo es importante
para el mantenimiento de la fortaleza de los huesos. Si una gallina ponedora extrae calcio de las reservas óseas durante la noche, la cal no sólo se
movilizará desde el hueso medular, también lo hará desde la médula de
los huesos estructurales. A diferencia de la reserva en la médula del hueso medular, esa reserva no se puede restaurar durante las secuencias de
puesta muy largas. Las gallinas ponedoras solamente pueden “reparar
los daños“ durante las pausas de la puesta o en la muda, lo que permite
que la cal se almacene en la médula de los huesos estructurales y prácticamente reconstruya las reservas. Una gallina ponedora moderna que
produce huevos en puestas largas debe utilizar las reservas óseas casi
diariamente, comprometiendo así la estabilidad de los huesos a largo
plazo y aumentando el conocido riesgo de las fracturas óseas. Para una
implementación óptima de estos hallazgos, sería necesario proporcionar dos mezclas de alimento diferentes: un alimento con un contenido
de calcio menor y partículas más pequeñas por la mañana y un alimento
con mayor cantidad de cal y partículas más gruesas durante las horas de
la tarde y al anochecer. Cuando sea imposible o muy difícil implementar esas recomendaciones, se puede obtener un efecto importante al
complementar la porción única de alimento con partículas gruesas de
cal en el alimento de la tarde y al anochecer. La experiencia puesta en
práctica demostró que eso no solo mejora la estabilidad de la cáscara,
sino también la estabilidad ósea y la salud general de las gallinas ponedoras. Cada vez son más populares a nivel mundial los “mini-silos” para
complementar el alimento y proporcionar la dosis correcta de cal en el
momento adecuado.
Figura 2:
Representación simplificada de la formación de la cáscara del huevo
Como regla
general, debemos asegurarnos
de que todos los componentes esenciales del
alimento estarán disponibles
para cada gallina, es decir, debemos
evitar que los componentes del alimento
se segreguen entre las procesadoras de alimento y las gallinas. Esto se
aplica a todas las materias primas de nutrientes importantes, así como
minerales y vitaminas. Una estructura de alimento combinado homogéneo de buena calidad es el alimento de las gallinas ponedoras modernas. Con una buena calidad de alimento, el uso de cal fina o gruesa no
presenta un problema. En caso de que los componentes de materias
primas de alimentación de ponedoras desmenuzados o granulados se
hayan molido con un molino de martillos es más difícil agregar cal gruesa. En ese caso la cal se debe agregar tras realizar el granulado; de otra
forma el contenido de cal tendrá poco valor para la gallina ponedora.
Dr. Hans-Heinrich Thiele
Photos: Armel (2011), Luykx (2012),
Thiele (2014), Kruger (2014)