La gallina ponedora, en cuanto que
ave, tiene algunas peculiaridades en
comparación con los mamíferos. Al
margen de rasgos evidentes como las plumas
y la capacidad de poner huevos, una
diferencia importante radica en que su sistema
óseo es totalmente distinto.
Además de los huesos neumáticos que reducen
su peso corporal para poder volar, el ave
tiene como peculiaridad un sistema óseo
medular. Este sistema óseo medular permite
al ave almacenar calcio en los huesos
y movilizarlo más tarde para la formación
de la cáscara de los huevos. A medida que
aumenta la edad de la gallina, la capacidad
de almacenamiento de calcio en el sistema
óseo medular dis sorbe cada vez más de
otros tejidos óseos y en consecuencia aumenta
el riesgo de fracturas de huesos.
La principal causa de fracturas óseas son las
colisiones en el entorno de alojamiento,
aunque también la manipulación de las
gallinas, especialmente en el momento de
los desplazamientos, da lugar a numerosas
fracturas de huesos. Teniendo en cuenta
los ciclos de puesta prolongados de nuestras
gallinas, las fracturas óseas de las ponedoras
adquieren aún más relevancia. En
la prevalencia de las fracturas influyen el
sistema de ganadería, el manejo y la nutrición
pero también la genética.
Investigación mediante palpación
de la quilla
La influencia de la genética y las posibles
correlaciones de cambios en los huesos
con rasgos de rendimiento merecen un
examen más en profundidad en un estudio.
Se investigaron dos líneas puras blancas
diferentes del programa de cría de
LSL en dos momentos, a las 46 semanas
y a las 70 semanas de edad, para detectar
cambios en los huesos. En total se examinaron
a ambas edades 5869 gallinas.
El estudio se centró en la quilla (el esternón)
de la gallina, que se examinó mediante el
procedimiento táctil de palpación de la
quilla. Para realizar la palpación, se inmoviliza
la gallina sujetándola con la mano
izquierda por las alas mientras los dedos
pulgar e índice de la mano derecha recorren
la quilla en busca de cambios.
La evaluación de la quilla se realizó según un
esquema de clasificación en cuatro grados:
1- fractura, 2- deformación severa, 3-
deformación ligera, 4- quilla sin cambios.
En resumen, los grados 1 a 3 describían
indicios en la quilla mientras que el grado
4 corresponde a una quilla sin daños y
por tanto sin indicios.
Figura 1: Esquema de clasificación mediante palpación de la quilla
La genética influye en los cambios
de los huesos
La palpación mostró un resultado claro a
ambas edades de las aves. En ambas fechas
de palpación, la incidencia de indicios totales
fue mucho mayor en la línea A que en
la línea B. En la primera palpación a las 46
semanas de edad, el 76,3% de las gallinas
de la línea A y sólo el 14,3% de las de la línea
B presentaban indicios en la quilla. En
la segunda palpación a las 70 semanas de
edad, los presentaban el 73,4% y el 15,8%
de las gallinas respectivamente. Las fuertes
diferencias fenotípicas de la palpación de la
quilla entre ambas líneas se reflejan también
en las heredabilidades estimadas.
Para la línea A se pudo estimar una heredabilidad
moderada de h2 = 0,3 y para la
línea B una heredabilidad menor de h2 =
0,15. La correlación genética no muestra una
asociación de los cambios en la quilla con
rasgos de calidad de los huevos relevantes
como la resistencia a la rotura de la cáscara
(rg = -0,13 a +0,04) o el peso de los huevos (rg
= -0,01 a +0,10). No se pudo estimar la correlación
descrita en la bibliografía entre el peso
corporal y rasgos de la calidad de los huesos
(rg = -0,06 a -0,01). Únicamente se encontró
una correlación negativa con el número de
huevos tempranos (rg = -0,54 a -0,24).
Figura 2: Porcentaje de gallinas con y sin indicios en la quilla a las 46 y 70 semanas de edad
Criando para conseguir huesos más
fuertes a costa de la producción de
huevos tempranos
Los resultados muestran diferencias significativas
entre ambas líneas examinadas. Las
heredabilidades de baja a moderada ponen
en claro que la cría dirigida a la reducción de
daños en la quilla es plausible.
La selección en función de la reducción
de indicios en la quilla llevará no
obstante emparejada una madurez sexual
más tardía y un número de huevos
tempranos reducido. Parece que los rasgos
de calidad de los huevos, en particular
la resistencia a la rotura de la cáscara, no se
verían afectados. Estudios adicionales con métodos alternativos a la palpación subjetiva
de la quilla revelarán nuevas posibilidades
y contribuirán a la mejora genética
de la calidad de los huesos y la reducción
de las fracturas óseas de las ponedoras.
Figura 3: Fracturas óseas: un problema
multifactorial
Fracturas óseas: un problema
multifactorial
No obstante, debemos tener en cuenta la
complejidad del problema de las fracturas
óseas. Los cambios en la quilla y los huesos
rotos son un problema multifactorial, y
la cría sólo puede aspirar a contribuir a su
reducción. Otras áreas como la nutrición,
el manejo y los sistemas de ganadería
tienen una influencia significativa en la
reducción de los cambios en los huesos
de las gallinas ponedoras. La reducción
sostenida de las fracturas óseas sólo se
puede conseguir mediante mejoras en
todas esas áreas.
Björn Andersson